Sin embargo, es perfectamente posible tener un conocimiento teórico de cuáles deben ser nuestras motivaciones –y hasta criticar a los que evangelizan por motivos desequilibrados– ¡y luego no evangelizar! Una cosa es saber cuáles han de ser nuestras motivaciones, otra es vivir por ellas. Si miramos el Antiguo Testamento vemos que los grandes evangelistas (Moisés, los profetas) eran hombres que tuvieron un encuentro poderoso con Dios. Si luego hablaron en nombre de Dios, es
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